Un amor vintage
Vivir en una casa en la que han vivido varias generaciones desde hace unos 65 años tiene sus pros y sus contras, como todo.
Como pros, podría poner perfectamente toda la cantidad de recuerdos que se agolpan en cada habitación. Los álbumes de fotos, la cámara de mi abuelo, los trajes de fallera guardados como oro en paño en el armario de mi abuela, los libros de la guerra civil, el altillo y la escalera de madera.
Como contras, obviamente pondría uno, y bien gordo: la manía que tenían antaño con eso de velar a los muertos en casa.
Es más, en la que hoy en día es mi habitación, más de uno se ha velado.
Lo sé. Acojona.
(A veces, me tapo fuerte con el edredón para que los fantasmas de mis antepasados no me susurren al oído ni me soplen en la nuca)
Pero bueno, al final lo tomas como algo natural, algo que forma parte de la vida. El ciclo. Nacer, crecer, morir. Fin.
Y te quedas con lo bueno de la casa. Con sus techos altos y sus historias. Con todas las vidas que han dejado su impronta en cada rincón.
Para mí, todos y cada uno de los habitantes de esta casa, han sido los protagonistas de una historia irrepetible, pero si tuviera que elegir una vida, sería la de ella.
Ella se llamaba Lola. Fue una mujer luchadora, fuerte y avanzada a su época. Fan de Manolo Escobar (dí que sí) y de cine de barrio.
Lola cosía y salvaba vidas con su incondicionalidad. Era leal, honesta y sincera. Y muy bruja, en el buen sentido de la palabra.
Lola tenía un don: determinar qué novio era bueno o no para sus sobrinas y para las amigas de estas. Si Lola te decía que no le gustaba un chico, podías darte por jodida. Acertaba todos y cada uno de sus vaticinios. Era la Nostradamus de la época. El grupo de Facebook "te va a dejar" , estoy segura de que lo crearon en su honor.
Lola solía decir: "Nena, fíate sólo de aquél hombre que tenga pelos en la palma de la mano". Era una especialista en hacer ver la realidad, y algo me dice que se lo agradecieron más de mil veces, y más de una.
Para ella las nubes sólo te alejaban de la tierra firme. Y daba igual que ese mismo día te hubiera llegado a casa un ramo de rosas o te hubieran pedido en matrimonio, sus instintos no fallaban.
Ella nunca se casó. Nunca tuvo un novio de verdad. O al menos eso contaba. En el fondo creo que alguien le rompió el corazón y que no logró reponerse. Su mirada contaba esa historia, aunque ella siempre la callara.
Tuvo varios pretendientes a lo largo de su vida, ya sabéis, antes el modus operandi no era como ahora. Hace 70 años, el simple hecho de cogerte de la mano era todo un logro. Llegar hasta ti, llevarte al cine o a donde fuera, suponía días y días de insistencia y de permisos a los suegros.
Y aunque más de uno mostró real interés, no consiguió enamorarse de ninguno de ellos. Siempre le pasaba como en la canción de Camilo Sesto "siempre me voy a enamorar de quien de mí no se enamora..." (y vicerversa)
Sus padres, desesperados, trataron de emparejarla con algunos sujetos sin parangón ni desperdicio. Uno de ellos se hacía llamar "el bochornico". Aún no sé bien la procedencia del mote, si venía de bochorno o de...no, no tengo otra opción.
El bochornico era pastor. Un buen pastor, oigan.
Y le mandaba cartas de amor.
Pero no. No surgió la magia. Ya sabéis, dicen que eso pasa o no pasa. Y no depende de nada más que de química, y de otro componente intangible que poca gente conoce realmente.
Ella exigía y exigía. Buscaba amor de verdad. En el fondo, buscaba sentir mariposas y querer vivir y morir al mismo tiempo por alguien. No quería un amor por obligación, un amor pre-establecido y carente de...amor?
A veces, me quedaba mirándola sin que ella se diera cuenta.
Cada arruga de su rostro reflejaba una historia. Su piel blanca, sus manos de largos y finos dedos. Su mirada.
Siempre me pregunté si se llegó a arrepentir en algún momento, si habría cambiado algo de su vida.
Si se arrepintió de no luchar por el único amor que le hizo medir a todos los demás con un rasero distinto.
Si quiso buscarle o hasta qué punto le quiso.
A veces, quise preguntarle si se arrepintió de rechazar a aquéllos que sí podían amarla. Si fue feliz sin vivir su vida junto a otro alguien, aunque al principio pudiera parecer banal y absurdo empezar por empezar. Ya se sabe, antes (y ahora incluso) estaba muy a la orden del día. Empezar, y luego, ya si eso, amar.
Pero no. Sé que nunca habría sido infiel a sus principios.
Sé que jamás habría amado por amar.
Hoy he rebuscado demasiado en esta casa. En mi casa.
Y buscando y buscando, al final he encontrado.
Un vestido precioso que nunca llegó a usarse.
Y me he sentido un poco como ella, y como todas las vidas que han pasado por aquí.
Y no he podido evitarlo.
Por todas y cada una de las mujeres extraordinarias va este post.
Por todas aquéllas que sueñan con un amor vintage.
http://www.youtube.com/watch?v=ZPzdR6FWNlA
Buenas noches (y buena suerte).
Imágenes obtenidas de Pinterest.